La fama es un arma de doble filo. La parte positiva de todo esto, obviamente, es el reconocimiento y la admiración por parte de los oyentes y de la crítica -que al fin y al cabo son lo mismo-. Sin embargo, y pese a eso, algunos artistas optan por involucrarse en muchos proyectos y jugar con diversos estilos musicales para desdibujar el tipo de música que hacen y para que no sean tan fácilmente catalogables.
Y esto es porque, sobre todo si hay fama de por medio, los oyentes tendemos a etiquetar a un músico o a un grupo, a deducir cómo puede sonar su siguiente trabajo incluso antes de haberlo escuchado. Ésa es la otra cara de la moneda: pasamos por alto la libertad de crear nuevos sonidos por parte del artista, y con demasiada rapidez, englobamos todo bajo un mismo patrón sonoro en el que se repiten las mismas estructuras ya exploradas hasta la saciedad.
Ni que decir que el gusto por la música de Hackett es exquisito, y la rebosante calidad del guitarrista fue una de las piedras angulares que hicieron de Genesis una de las mejores formaciones de rock progresivo británico. Ahora bien, injustamente hemos pensado que “Wolflight” sería “más de lo mismo”. Quizás sea por su extensa carrera o por los famosos “Genesis Revisited”, en los que versiona clásicos del grupo. Debido al hecho de que se haya centrado varias veces en revivir los temas de la banda que le encumbró, puede parecer que está anclado en el pasado, y que prefiere rezagarse cómodamente tras el nombre “Genesis”, en lugar de ir directo e inventar temas propios. Efectivamente, “Wolflight” no innova nada, pero eso no es ningún inconveniente, necesariamente. Es agradable, suena fresco e incorpora sonidos orientales que contribuyen a optimizar este trabajo.
El inicio del disco corre de parte de “Out of the body”, el cual ya presenta una agradable melodía, introducida por el aullido de los lobos, y casi de manera imperceptible desemboca en “Wolflight”. El tema que da título al disco desarrolla rápidamente una sección orquestal, adornada por la aparición de diversos instrumentos, como por ejemplo el didgeridoo, y por un ritmo versátil que desciende en la búsqueda de armonías tranquilas e indaga ágilmente en varios caminos de sonidos intrigantes.
“Love song to a vampire” continúa en el sendero ya marcado por “Wolflight”, aunque con una cadencia más sombría y una tranquilidad adormilada y apaciguadora que simulan el período nocturno. Esto concuerda con el concepto de la canción, ya que en palabras de Hackett, “simboliza el drama de la violencia doméstica”. También incorpora un solo romántico de guitarra, que encaja con el título del track, “Canción de amor para un vampiro”.
“The Wheel’s Turning” empieza con música circense o de un parque de atracciones, y el sonido de una sirena que anuncia el cambio de turno de una noria, (“la rueda”). “Corycian Fire” se presenta al principio como una balada exótica, y luego aumenta el ritmo conservando ese sonido oriental al que estamos desacostumbrados a oír.
Mientras que “Earthshine” es una pieza dulce en la que prima la melodía, “Loving Sea” irrumpe recordando a las composiciones de pop/rock setentero. “Black Thunder” juega con el hard rock y el country prácticamente en toda su extensión. Tras una brillante muestra de saber hacer, y con el pertinente solo aún resonando en los oídos que se alterna con partes vocales, muda a una sección algo más jazzera, con un saxo que marca el punto final de la tormenta. “Dust and Dreams” es una canción poco compleja, y precisamente en su sencillez radica el encanto. Da paso a “Heart Song”, una obra concisa con la que se despide el álbum. -EVA PLAZA vía Keep The Dream Alive-
Steve Hackett, Wolflight
Inside Out Music, 2015
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Disponible en:
Rdio
Wolflight
Love song to a vampire
The wheel´s turning
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